por Eduardo Andreu Alabarta

Me gustaría dar la bienvenida a este nuevo espacio virtual que se nos brinda a todos para poner de manifiesto nuestras inquietudes en relación a esta profesión que en ocasiones nos trae tan de cabeza como estos días.

Y quería hacer algunas breves reflexiones sobre lo importante que es pertenecer a un colegio profesional y a la formación que en éstos se ofrece a sus colegiados y a todos los interesados en su conjunto. Y máxime cuando el nuestro, El Colegio de la Empresa (COMEVA) es una institución en la que no es obligatoria la colegiación como en otros gremios como los abogados o los médicos.

En muchos casos parecería que la única justificación para pertenecer a un colegio profesional sea la posibilidad de poder acceder a una serie de certificados que nos permitan trabajar con las administraciones públicas en nombre de nuestros clientes, pero no me gustaría que nadie pensara que ésta es la única ventaja. Así que, para esta reflexión empezaré a preguntarme por qué las administraciones públicas exigen, a la hora de emitir dichos certificados, la pertenencia a un colectivo como el nuestro. Tras darle muchas vueltas he llegado a la conclusión que lo hacen porque a los miembros del colegio se les presupone una profesionalidad, un saber hacer y una formación que sería harto difícil poder tenerla sin la ayuda del colectivo.

Formar parte de un grupo de personas con intereses e inquietudes cercanas, por no decir comunes o incluso iguales, nos facilita muchas tareas, sobre todo cuando estamos comenzando nuestra carrera profesional. En estas ocasones y al carecer de experiencia algunas situaciones nos desbordan (supongo que nos habrá pasado a todos, al menos a mi sí) y poder recurrir a alguien que nos eche una mano o simplemente nos dé su opinión al respecto -creedme los que nunca habéis tenido que recurrir a ello- no tiene precio. Y no sólo no tiene precio cuando uno está en sus primeros años de ejercicio y un poco falto de experiencia, tampoco tiene precio cuando uno ya lleva unos cuantos ejercicios desarrollando la profesión y su experiencia comienza a ser considerable. Es de gran valor poder acceder a compañeros de diferentes edades, especialidades o incluso mentalidades para poder tener visiones diferentes de un asunto. En definitiva, a través del diálogo y del intercambio o la discusión incluso,  nos enriquecemos todos. Esto se consigue formando parte de un colectivo como es el Colegio Oficial de Titulares Mercantiles y Empresariales, El Colegio de la Empresa.

Si el colectivo es un valor fundamental ligado a la colegiación, en el caso de COMEVA la formación lo es más todavía. Hoy en día en materias como la fiscalidad, la auditoría o el mundo concursal es necesario mantener un grado de actualización constante y permanente. La vigencia de nuestros conocimientos se me antoja prácticamente imposible de alcanzar sin contar con la ayuda de los cursos organizados por un colectivo como el nuestro. Sin los cursos de COMEVA iríamos “dando palos de ciego” para encontrar la formación necesaria que nos permitiera mantener nuestro nivel de conocimientos con el grado de excelencia que requiere una profesión como la nuestra.

Centrados en el mundo de la formación continua para profesionales, otro escollo que nos encontraríamos sin la existencia de un colegio como COMEVA, que vive para prestar servicios al colegiado, sería el coste de la misma. Todos estamos acostumbrados a los precios de los cursos organizados por otros colectivos -tanto en materia fiscal, concursal, auditoría o cualquier otra que pueda interesarnos- y al comparar esas tarifas con las de COMEVA quedamos asombrados. Máxime cuando, además, comprobamos que el contenido o los ponentes del curso son muy similares, cuando no los mismos.

No podemos olvidar que el Colegio tiene la obligación de permanecer cerca de sus colegiados, pero también tiene el deber de darse a conocer a la gente que aún no habiendo terminado sus estudios en el mundo de la contabilidad, finanzas, fiscalidad -en el mundo de la empresa en definitiva- pueda acceder a un foro en el que se aborden los temas que en un futuro cercano serán los que conformen su forma de ganarse la vida.

Por todo esto y por muchas cosas más, he considerado oportuno aprovechar esta ocasión para transmitir a los más jóvenes y a los que están iniciando su andadura profesional en el mundo de la empresa, la oportunidad que tienen de formar parte del Colegio, de aprovecharse de sus instalaciones y por qué no decirlo, de los propios compañeros colegiados, dónde ninguno debe negar una palabra de ayuda o incluso aliento o ánimo a los más jóvenes o inexpertos. Pero también quiero decirles a los más experimentados que continúen manteniendo la tradición de la pertenencia a un colegio profesional para que los que vienen detrás sean capaces de recibir, igual que lo hemos recibido nosotros, ese intangible que nos indica que pertenecemos a un colectivo profesional como COMEVA, que nos permita aprovecharnos de ello y por supuesto, sentirnos orgullosos de pertenecer al Colegio de la Empresa.

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