Aunque, según el gobierno, esta tasa se implantó para controlar a las grandes tecnológicas, lo cierto es que las PYMES españolas ya sufren sus consecuencias en forma de menor competitividad, menor productividad y menor crecimiento. Y es que no hace falta ser un gran experto en finanzas internacionales para adivinar el impacto negativo que este impuesto digital tendría en las pequeñas y medianas empresas: las grandes corporaciones trasladan el impuesto a sus clientes, entre ellas las PYMES, y a éstas solo les queda o bien asumirlo, reduciendo sus beneficios o trasladarlo al usuario final, disminuyendo sus ventas.

La primera tecnológica en incrementar sus tarifas ha sido Amazon. Exactamente el mismo porcentaje que supone el impuesto, el 3%. A partir del 1 de abril, para un producto que se venda por 100 euros y por el que la multinacional cobre una comisión, actualmente del 15%, el porcentaje escalará al 15,45%. El gigante tecnológico imputará este gravamen a 9.000 pymes que utilizan su marketplace. Eso sí, según matiza Amazon, el incremento del 3% repercutirá en diferente media según la empresa.

La conocida como “tasa google” servirá, según estimaciones del gobierno español, para ingresar entre 564 y 968 millones de euros, una cifra que no alcanza ni el 1% del total de ingresos anuales que tiene el Estado por vía fiscal. Para el ejecutivo, este impuesto nace en España a consecuencia del retraso por parte de la Unión Europea y de otros países de la OCDE a la hora de poner en marcha una tasa de ámbito internacional, que evite que las grandes empresas tecnológicas paguen sus impuestos donde tienen su domicilio fiscal y no donde operan, aprovechándose así de las peculiaridades de su negocio para pagar impuestos en las jurisdicciones que menos penalizan la creación de riqueza.

Ese tipo del 3%, que platea el nuevo impuesto, teóricamente, afectaría directamente a las empresas que facturen más de 750 millones en todo el mundo o 3 millones en España, pero lo cierto es que los grandes perjudicados, por el momento, son los consumidores y fundamentalmente las pymes españolas. De hecho, el impuesto plantea gravar tres tipos de actividad que, casi siempre, se realiza por parte de las pequeñas empresas a través de un intermediario: Servicios de publicidad en línea (Google); servicios de intermediación-venta (Amazon); manejo y venta de datos de los usuarios (Facebook).

Efectos negativos de la “tasa google”

  • Incremento de precios. Obviamente, los servicios antes citados se encarecerán. Anunciarse en internet costará más, si dicho anuncio se ve en España. Queda por ver si ese aumento de precio y el desincentivo correspondiente merece la pena a cambio de la recaudación buscada.
  • A causa del incremento de los precios, los consumidores españoles perderán entre 515 y 665 millones de euros al año. Para las empresas, el impuesto se traducirá en una caída de ingresos de entre 450 y 562 millones de euros. Hay que tener en cuenta que para las pequeñas empresas la facturación a través de uno de los grandes portales puede ser un porcentaje muy alto de sus ventas.
  • Se dificulta el acceso de miles de empresas a los servicios digitales. En un país como España, cuyo tejido empresarial está formado fundamentalmente por pymes, que además no están especialmente bien adaptadas al nuevo entorno tecnológico, este gravamen puede ser una perdida clara de competitividad. No en vano, Amazon y otras grandes empresas tecnológicas hacen de intermediario y son el canal prioritario para que estas empresas puedan acceder a servicios digitales que, de otra manera, no accederían o les sería muy costoso implementar. Todo esto evidencia que la “tasa Google” es un claro freno al proceso tecnológico tan necesario para que nuestras pymes puedan crecer en la nueva economía.
  • Desventaja competitiva. Los vendedores no digitales y las pymes extranjeras, que vendan en España, se verán beneficiados respecto de las empresas españolas que vendan parte de sus productos a través de estas plataformas. Por otra parte, en teoría, para las ventas de empresas españolas en el extranjero o para las importaciones de empresas extranjeras, el tipo será la mitad de ese 3% establecido para las transacciones que se realicen 100% en nuestro país. Lo que se traduce, directamente, en que las empresas españolas, que vendan fuera, pagarán un impuesto que sus competidoras en el mercado no pagan. Por otra parte, los importadores extranjeros en España podrán vender en estas plataformas a un precio algo más bajo que las empresas nacionales.
  • El impacto en el PIB, sumados los efectos directos (menos compraventas) y los indirectos (menos consumos intermedios en los sectores afectados), supondrá una pérdida de entre 586 y 662 millones de euros.

Por consiguiente, todo hace prever que el coste de la tasa digital, planteada por el gobierno español, lo acaben soportando las pequeñas y medianas empresas, los autónomos, los usuarios o las organizaciones sin ánimo de lucro. Sin duda, el gobierno conseguirá su objetivo: recaudar más de las grandes tecnológicas, pero será a costa de distorsionar el mercado y crear ventajas competitivas entre unas empresas y otras, reduciendo la capacidad de nuestra economía de generar trabajo y riqueza. Y la pregunta que habría que responder es ¿valdrá la pena?…

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