Que una empresa esté considerada como solvente es una de las mejores garantías para que fluyan sus relaciones comerciales tanto con los clientes como con los proveedores o la administración pública, al mismo tiempo que es una buena señal de la fortaleza de la compañía.

Ser solvente es un compromiso continuo por parte de las empresas que se basa en una gestión eficiente de los recursos y en contar con una planificación preventiva que ayude a detectar posibles riesgos.

Para una empresa, la solvencia financiera acredita que puede hacer frente a todos los pagos pendientes, con independencia de cuándo tenga que afrontarlas. Que una compañía adquiera este estado dependerá de dos condiciones principales.

La primera de ellas será que cuente con recursos suficientes para abonar lo que deba en cada momento y la segunda será que tenga capacidad suficiente para mantener esa situación en el tiempo. En ese sentido, lo más recomendable es generar solvencia a corto plazo y que sea el soporte para la estabilidad de la compañía a largo plazo.

¿Cómo acreditar la solvencia?

Acreditar la solvencia financiera es algo solicitado, por ejemplo, a la hora de acceder a la contratación con la administración pública.

En función del tipo de pliego que tenga cada licitación, la administración puede solicitar una acreditación de solvencia económica en función de distintas variables como el volumen anual de negocios, es decir, la facturación total de la empresa de la que normalmente solicitan cualquiera de los últimos tres años. En el caso de los autónomos, también deben llevar libros contables: de ventas e ingresos, de compras y gastos, y de bienes de inversión.

Otra de las maneras solicitadas para acreditar la solvencia es aportando el patrimonio neto de la empresa. Es un requisito algo más exigente y que suele ser más difícil de obtener. Para ello tendremos que calcular la diferencia entre el activo y el pasivo de la empresa.

En el caso de los contratos de servicios, como arquitectos o ingenieros, pueden solicitar que la empresa cuente con un seguro de Responsabilidad Civil. Además, si la compañía no está catalogada como Pyme (menos de 250 empleados) será preciso que acredite que su periodo medio de pago a proveedores no supere el límite establecido por Hacienda.

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