Que la digitalización lleva años instaurada en nuestras vidas, en el entorno laboral y en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad es una realidad innegable a estas alturas. La automatización de los procesos, la digitalización de gestiones administrativas o la instauración del teletrabajo eran cuestiones que poco a poco, y cada vez más, iban formando parte del debate público y que, como no podía ser de otra manera, han adquirido una rabiosa actualidad a causa del contexto actual.

La irrupción del COVID-19 ha provocado que debamos modificar nuestra forma de relacionarnos, guardando las pertinentes distancias de seguridad, evitando aglomeraciones o tomando todas las precauciones higiénicas necesarias, pero también ha sido la causa de que estas cuestiones que llevaban tiempo en el tintero y en el imaginario colectivo sean ahora tendencias al alza.

Durante los últimos meses muchas empresas, especialmente las más pequeñas, se han visto obligadas a digitalizar sus procesos con el objetivo de continuar con su actividad y poder así evitar más pérdidas. Sin embargo, las posibilidades de transformar los negocios tradicionales por medio de procesos digitales son tan amplias que, una vez aplicados estos cambios, es fácil que nos lleve a otra forma de hacer las cosas más eficientemente y mejor.

¿Cómo afrontar el proceso de transformación digital?

Para llevar a cabo esta digitalización, es necesario contar con una buena planificación y ejecución a todos los niveles de la empresa. En ese sentido, el plan estaría fundamentado en tres bases principales.

En primer lugar, la interpretación de las fuerzas del cambio. Debemos adoptar una visión de futuro y tener claro a todos los niveles que la transformación digital no es una opción, sino que es necesario llevarla a cabo.

En esta línea, será recomendable que logremos un compromiso digital sólido dentro de la compañía que se apoye en cuatro pilares: el liderazgo (la dirección y la administración de la empresa deben estas correctamente coordinadas y alineadas), la estrategia (el cómo llevarlo a cabo tanto a corto como a medio y largo plazo), la innovación y una inversión necesaria para financiar todo este proceso.

Por último, también deberemos tener en cuenta la velocidad de ejecución y puesta en marcha del plan de digitalización, ya que esta debe ir acompañada de una recopilación y análisis de datos para que el proceso sea eficiente y nos proporcione un adecuado retorno de la inversión.

La digitalización de las pymes

Todo este proceso se modifica ligeramente cuando la empresa que se va a someter a la transformación digital es una pyme, que por otro lado componen el 95% del panorama empresarial de nuestro país.

Para estas pequeñas y medianas empresas, desde la Cámara de Comercio de España han elaborado una guía básica para la transformación digital de estas compañías.

Para empezar, sugieren elaborar un análisis de situación: dónde estamos y cuál es nuestro objetivo. Dependiendo de cuáles sean estos, la pyme deberá buscar las necesidades prioritarias con el fin de marca la hoja de ruta sobre la que trabajar. Tras establecer los objetivos, es momento de escoger qué socios tecnológicos son los mejores para alcanzarlos.

En ese sentido, desde la Cámara de Comercio sugiere que los tres objetivos principales para una pyme que quiera digitalizarse serían la mejora de ventas, la mejora de productividad y el mayor ahorro y control.

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