En distintos momentos de nuestra vida puede que nos veamos envueltos en conflictos de distintos ámbitos: familiares, laborales, vecinales… Esto nos pueden generar muchos dolores de cabeza e, incluso, puede suponer un enorme gasto tanto económico como de tiempo y energía.

Para evitar esto, podemos optar por la mediación, una forma de resolver conflictos que, según el Centro de Mediación del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia (CMICAV), “no está basado en la confrontación, sino en la colaboración, entre las personas que son parte de un conflicto y que se implican en la superación positiva del mismo con la ayuda de un tercero imparcial que les ayuda a comunicarse, a dialogar y a tomar decisiones de forma consensuada sobre los temas en discrepancia”.

Cuándo se utiliza la mediación

La mediación en asuntos civiles y mercantiles, recogida en la ley 5/2012 del 6 de julio, a pesar de que lleva unos años a disposición de la ciudadanía, sigue siendo un proceso algo desconocido y poco utilizado por el grueso de la sociedad. Todo ello a pesar de que cuenta con muchas ventajas para las partes implicadas.

Esta forma de resolver conflictos entre dos o más personas se realiza con la ayuda del mediador: una tercera persona imparcial que busca satisfacer las necesidades de todas las partes. En ese sentido, esta figura regula el proceso de comunicación entre las partes y lo conduce, con el objetivo de encontrar una solución beneficiosa para todos o que consiga que, por lo menos, todas las partes queden satisfechas.

Este proceso supone una forma complementaria de la resolución de conflictos que busca, a su vez, contribuir a la modernización de la Administración de Justicia.

Ventajas de la mediación de conflictos

  • Menor coste emocional y económico: La mediación busca el entendimiento entre ambas partes de un conflicto para lo que es necesario rebajar los niveles de tensión y estrés. Además, en este espacio, se favorece la comunicación entre las partes implicadas, por lo que sirve para mejorar las relaciones interpersonales. En cuanto al coste económico, este proceso siempre será más barato que un proceso judicial que cuenta con tasas judiciales y en el que siempre existe un riesgo de que se produzca una condena en costas.
  • Rapidez: Se trata de un proceso que dura aproximadamente unas semanas, por lo que es más ágil y rápido que los procesos judiciales que, en ocasiones, tardan años en resolverse.
  • Confidencialidad: La mediación es un proceso voluntario y confidencial, esto es, la información y documentación que se facilite durante las sesiones con el profesional no se harán públicas. La única excepción a esta característica es que se solicite su publicación en determinados supuestos delictivos o de violencia o que lo solicite un juez del orden jurisdiccional penal mediante resolución judicial.
  • Consenso entre las partes: En los procesos de mediación se busca un win-win, es decir, que todas las partes del conflicto salgan beneficiadas. Esto supone una enorme ventaja frente a los procedimientos judiciales que suelen conllevar un resentimiento entre las partes. Además, al favorecer el diálogo entre los implicados, se genera cierta empatía que puede contribuir a prevenir futuros conflictos.

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