por Vicente Cano Tello
El término “feliz” puede que no sea el más apropiado para el inicio de este comentario, pero desde luego es consecuencia del bombardeo de todas las noticias que se están recibiendo en la posible dirección “positiva” que en este año que ahora se inicia, pueden tener para el pobre bolsillo de la gran mayoría de los contribuyentes, siempre sufridores para mal de sus consecuencias.
Esto es así porque tanto desde el Gobierno de la Nación como desde diferentes medios de comunicación, así es como se está publicitando la última reforma fiscal de la que se va a hablar a continuación. Y ello, sin olvidar algunos acontecimientos de otra índole que también nos deparará este 2015, elecciones Municipales y Autonómicas; posiblemente también Generales, etc. etc., lo que obviamente también puede estar condicionando esta “alegría”.
Dejando al margen lo anterior, ahora ya entrando en la materia que nos ocupa, fiscalidad y ejercicio presente, hay que adelantar que como ya viene siendo habitual, cada año se inicia con reformas de diferente calado, en función de las circunstancias que así lo aconsejan y en los Impuestos correspondientes que venimos padeciendo, ahora bien hay que destacar que en este ejercicio son, en apariencia, si cabe de más trascendencia que en otros anteriores.
Hay que indicar que este arranque ha venido precedido para este nuestro mundo de la fiscalidad, con una pretendida reforma que arrancó en 2014 con el denominado informe de los expertos a cuyo frente se encontraba el Profesor Lagares, con un más que solvente equipo de expertos en economía, fiscalidad y otros ámbitos relacionados y de cuyo prestigio nadie parecía dudar. Pero ello parece ser no fue razón suficiente para que sus propuestas fueran del total agrado del Gobierno, lo que tuvo como consecuencia el que prácticamente no fueran tenidas en cuenta.
Consecuencia de lo anterior, desde el Gobierno se inició un proceso de preparación de anteproyectos, proyectos y otras normas, que se han visto varias veces modificados en los correspondientes trámites parlamentarios, consecuencia de lo cual, algunos ya han visto la luz en forma de Leyes a finales del pasado mes de Noviembre.
En este contexto y como más significativas, se pueden nombrar las Leyes 26/2014 por la que se modifican la Ley del IRPF y del IRNR; la 27/2014 de modificación del IVA e IIEE, amén de otros varios Decretos y normas de distinto rango.
A partir de lo anterior, a la bajada de Impuesto que se viene pregonando desde el correspondiente Ministerio, puede que haya que reconocerle algún valor y efecto, sobre todo en el IRPF donde encontramos las “mas noticiables” y que sus efectos se verán en los dos ejercicios 2015-2016, pero hay que señalar que la trascendencia es mucho menor tanto en el IS como en el IVA, donde prácticamente la reforma va a pasar inadvertida. De cualquier forma, el impacto para estos dos nombrados ejercicios y todos los Impuestos tendrá un montante de ahorro de unos 9.000 millones de Euros, en su total conjunto.
Así podríamos acuñar una frase popular del siguiente tenor, una vez más, puede que bajen los Impuestos, pero casi podremos afirmar que al final el pago total, por todos los conceptos (directos e indirectos), será superior al de el año precedente.
No obstante, en principio y con las medidas tomadas estos cambios pueden permitir dejar algo de dinero disponible en el bolsillo de determinados contribuyentes, lo que desde el Ministerio se recoge como orientado a facilitar un aumento de la renta disponible que daría, entre familias y empresas aquel nombrado total de los 9.000 millones de Euros, lo que podría venir a dar un cierto impulso a la creación de empleo y al fortalecimiento del ahorro y la competitividad empresarial, algo que desde luego no parece convencer la opinión de empresarios autónomos fundamentalmente y particulares. No perdamos de vista que entre 2010 y 2014 se han drenado de los bolsillos de unos y otros, algo así como unos 23.000 millones de Euros.
Así, y para el caso concreto del IRPF, el más significativo, se puede decir que con las medidas adoptadas se pueden cuantificar unos importes que pueden ir entre los 250 y los 350 Euros anuales los importes que la reforma puede dejar por contribuyente y en función de su determinado nivel de renta, si bien algunos casos mejorarán en función de su condición de familias numerosas, o con familiares discapacitados a cargo, algo es algo.
En un contexto económico como el actual habría que reconocer que “una bajada de impuestos es una buena medida” toda vez que como se ha planteado reduciendo las retenciones, podría implicar un incremento del consumo, pero esto tiene que venir acompañado siempre por la confianza del contribuyente. Pero cualquier planteamiento contrario quebraría con el planteamiento deseado y eso es una incertidumbre que se tiene que manifestar y ver cuál es el comportamiento por parte de los implicados.
Como colofón a todo lo anterior, una vez más se pierde la oportunidad de acometer también cambios importantes, tan demandados por las empresas ya que esta reforma pasa casi inadvertida para las mismas.
Del mismo modo, también las expectativas de los emprendedores han quedado minimizadas y eso que para éste colectivo se habían creado medidas cuya aplicación parecía venían a resolver demandas de los mismos, pero que ahora se ven defraudadas.
Y desde luego y no menos importante, y una vez más se sigue teniendo una percepción de que también en el caso de esta reforma, a pesar de que apunta algunas maneras en la dirección adecuada, ni mejora la lucha contra el fraude ni la seguridad jurídica, tan necesarias en la toma de decisiones por los profesionales dedicados a esta actividad y que una vez tras otra no paramos de reclamar.