Una startup es una empresa de nueva creación que presenta unas grandes posibilidades de crecimiento y un modelo de negocio escalable. Esta es la definición más o menos consensuada. Pero el fenómeno de las empresas emergente plantea muchas más reflexiones.
Cada vez hay más personas que deciden abrir sus propias empresas, lanzándose a formar parte de una nueva generación de emprendedores. Personas con ideas de negocio, innovadoras y con la idea de generar puestos de trabajo. No sólo el propio. En el ecosistema del emprendimiento y la innovación, a estas nuevas iniciativas se les denomina “startups”, y para muchos países son la posible respuesta a la creciente crisis económica mundial que parece no tener fin.
Es un fenómeno reciente, pero podemos encontrar literatura y reflexiones sobre el fenómeno. Steve Blank , uno de los empresarios y académicos más reconocidos en el Silicon Valley asegura que una startup es una organización temporal en búsqueda de un modelo de negocio escalable y replicable”. La traducción de “startup” es “puesta en marcha”, lo que describe perfectamente el estado inicial de una start-up: es la etapa de puesta en marcha de un negocio, por lo que una start-up es una “organización temporal” que dejará de ser una start-upen el momento que logre establecer un modelo de negocio sostenible, rentable y escalable.
Pero además de esta idea de arranque, la startup tiene una dimensión social, humana, incierta: “una startup es una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de extrema incertidumbre”. Esta última palabra también es clave en la vida de una start-up. Debido a que los productos o servicios que ofrece suelen ser previamente inexistentes en el mercado y se basan fuertemente en la innovación, la incertidumbre -que conlleva una alta volatilidad- y la constante búsqueda de soluciones, respuestas, inversores y rondas de financiación es su estado natural. Al igual que los mercados de valores, la apuesta de crear una start-up exitosa no es para los débiles de corazón.
Toda start-up nace como una gran idea, desarrollada por un equipo de uno, dos o más personas (probablemente en un garaje), quienes creen fielmente en su proyecto y están totalmente entregados y comprometidos a hacer que funcione. Pero no todas las start-ups llegan a ver la luz. Son pocas las que realmente triunfan y se convierten en compañías de peso, como lo hicieron Google, Facebook y Amazon en su momento. La clave está en la constante búsqueda y la capacidad de adaptarse al cambio.